miércoles, junio 22, 2005

Chinos.

Alguno dirá que estos chinos no vienen de Manchuria, que ignoran el mandarín, que no saben nada de kung fu ni de la gran muralla y que se parecen a los monigotes que viven cabeza abajo, del otro lado de la tierra, en los dibujos animados de la infancia. Y estará en lo cierto.

En este efímero país, el espectador podrá ver algunos chinos, por supuesto, y hasta un simpático dragón, pero todos desorientados. Y también verá una poco oriental guerra de tortas, a Marta y Angélica tratando de encontrar sentido en vidas que parecen haberlo perdido, a Berta elaborando razonamientos aberrantes, a Stronzo y Cuchufleto fatigándose en una casa enorme que no existe, a Neptuno tratando de mover el vientre.

¿Chinos? Sí, pero chinos sin China, chinos que han olvidado que son chinos, payasos que estiran los ojos para ver el otro lado de la tierra. ¿Y qué mejor definición del país Papota?

Sinólogos, es decir, chinólogos, por favor, abstenerse.